martes, 17 de febrero de 2009

El pendiente del príncipe Alberto

El pendiente del príncipe Alberto no cuelga de una de sus orejas, como cabría pensar… o no, según sea de calenturienta vuestra mente.

El tal príncipe Alberto da nombre a un piercing que no deja indiferente. Se sitúa en el pene, ahí, en la puntita justamente, se mete cual candirú (ese pececillo que es atraído por el embriagador olor a pis en el agua y se convierte en una pesadilla en el Amazonas) saliendo por el frenillo, como muestra el dibujillo (vale, el pareado estaba a huevo, mis disculpas):

El susodicho dibujo está al final, para que no apareciese arriba de la página y ya os desvelase el tema, no miréis mal, hay que dar la sorpresa. A parte, el que no quiera ver algo así que no mire, que aviso está después.

El origen de este pendiente tan molón no está del todo claro. Se usaba en Europa hace siglos y fue rescatado entre la comunidad gay sobre los años 70 (qué de vicio que había por esa época… qué ocurrió?).

El chico que me hace cosas (no hablo de mi novio, viciosillos, sino mi tatuador) me comentaba una vez que todos los piercings genitales van encaminados a dar gusto a la mujer. Los que nos ponemos nosotras son para propocionarnos roce en nuestras partes (por cierto, otro día explicaré la diferencia entre un piercing en el clítoris y uno en el capuchón del mismo, que comúnmente se confunden). Los adornos que se “cuelga” un hombre, son también para proveernos de buenas sensaciones a nosotras, es más, he oído que incluso pueden ser molestos para ellos a la hora del coito. Se sitúan en la base del pene o sobre la bolsa escrotal para que roce con la zona erógena de la mujer cuando el miembro esté dentro de la vagina (sí, eso, que choca en el frontón mientras follas, pero es que la otra forma es más fina). Otros pendientes sirven para engrosar el tema en cuestión, ahí, aumentando diámetro. Pero he de decir que el príncipe Albert este, encontró una utilidad muy buena a agujerearse el pito (este sinónimo no lo había usado).

Una de las historias cuenta, que el tal señor tenía un miembro viril cual bailarín de "el lago de los cisnes" y en su época no había calzones, por lo que le incomodaba que se notase su féretro real a través de la ropa. El tío sin más pensarlo, ideó un sistema: plantarse una anilla en la punta del pijo y una cadena a la cintura, de tal forma que enganchaba el rollo de carne al cinturón (me estoy currando los sinónimos, señora!) y ¡¡santas pascuas!!

Y aquí va un dibujillo cutre mío del piercing en cuestión y la supuesta simulación del problema real:


También existe el inverso, que sale por encima del glande. Da grimilla, sí y eso que yo tengo algún que otro piercing, pero ese me da cosita.

Y lo peor de todo, es que existe el llamado princesa Alberta, del que no he visto foto alguna y tampoco me quedaron ganas de buscarla. La idea, pues la misma en versión femenina: entrar por la uretra y salir por la vagina. Podía haber masacres cada vez que la princesita tuviese sexo… cinturón de castidad quizás? Eso me lo he inventado, ya que este piercing es muy nuevo, no tiene ninguna historia antigua relacionada, simplemente, como diría Freud: envidia de pene. "Que no tengo uno? Pues me lo planto en la vagina, que no??"

Y con esta fantástica imagen, lo sé, yo también apreté las piernas fuerte al leerlo, os dejo.

5 comentarios:

  1. Estos romanos estais locos (Obelix dixit)

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  2. Bien Raquel, Bien... buen inicio.... ya no vuelvo XDDDD


    Es broma

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  3. Jejejeje, es que había que poner algo que llamase la atención... así como entrada...

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  4. Hola!! No se de cuando, ni de que va este blog. Pero yo llevo ese pendiente. Y sí, da gusto a las chicas, pero puedo asegurarte que es mucho mayor el placer q me proporciona a mi. Y no hablo del coito, pues en eses momentos, lo último q piensas es en si algo te cuelga del pito... jejeje.
    Simplemente, asegurar que el principe alberto y otros pendientes genitales son muy gustosos para el que los lleva, proporcionando nuevas sensaciones en lugares en los q nunca te rozarían...
    No se si volveré a entrar x aqui, sino besos a todos. Espero que os haya sido de alguna utilidad.

    Por cierto, me llamo Alberto (parece de coña, pero así es).

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  5. Que nota mas infantil y estupida!!! Seguro eres religioso y con problemas de aceptar a las personas que no piensan como tu.

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